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Conoce los mecanismos de defensa y cómo frenan tu productividad

Todos sabemos que nuestra mente está programada para resolver muchos problemas y actuar ante las dificultades. De cierto modo, contamos con mecanismos de defensa que nos puede ayudar a salir victoriosos de muchas circunstancias. Sin embargo, existe la posibilidad de que estos, influyan negativamente en nuestros niveles de productividad.

Tomando en cuenta lo anterior, es evidente que, a veces, estos mecanismos pueden hacer más mal que bien. Para poder suprimir este problema, es necesario saber identificar cuáles son los mecanismos de defensas que te afectan negativamente. De esta manera, podrás superar los obstáculos que detienen tu productividad.

Entonces, ¿cuál es tu mecanismo de defensa y cómo afecta tu comportamiento? Por suerte, en esta publicación mencionaremos los principales mecanismos de defensa que, posiblemente, pueden estar interfiriendo en tu rendimiento. Pero antes de profundizar en ello, primero conoceremos qué son.

Los mecanismos de defensa

El famoso creador  de psicoanálisis, Sigmund Freud, fue el primero en definir los mecanismos de defensa. No obstante, su hija Anna Freud, lo continuó desarrollando y expandiendo en sus investigaciones. Desafortunadamente, estos mecanismos son egoístas, ya que lo usamos inconscientemente para protegernos de pensamientos negativos como, por ejemplo, la culpa.

En efecto, nuestros mecanismos de defensa actúan cuando nos sentimos amenazado ante una situación. Obviamente, cuando hablamos de amenaza, no significa que tenga que ser física. De hecho, se trata de una habilidad psicológica que se origina en entornos estresantes. Generalmente, esto puede suceder cuando dudamos de nuestras capacidades y nos damos cuenta de nuestras deficiencias. En efecto, nuestra actitud cambia de manera defensiva para poder preservar nuestra posición.

Por otro lado, es cierto que los mecanismos de defensas pueden actuar en cualquier área de nuestra vida. Sin embargo, son más visibles y frecuentes durante las horas laborables, ya que el estrés, a menudo, puede ser abrumador. Lamentablemente, los mecanismos de defensas son normales y siempre son usados hasta cierto punto. De acuerdo a investigadores, cuando estas conductas son llevadas al extremo, pueden desarrollar actitudes obsesivas o neuróticas.

Por fortuna, puedes evitar que tus propios mecanismos de defensa se conviertan en un problema grave. Para hacerlo, primero debes identificar cuál o cuáles son los mecanismos que te afectan. Ciertamente, existen muchos, pero en esta oportunidad, solo vamos a mostrarte algunos de los mecanismos de defensa más usuales.

1. Evasión

La evasión suele surgir cuando no quieres lidiar con algo que no quieres. Entonces, ante eso, es más fácil evitarlo. En este punto, procrastinar es una reacción común, ya sea en el trabajo o en otras áreas de la vida. En efecto, la evasión te mantiene alejado de un escenario negativo, más allá de tus tareas y de tus relaciones.

Hay que tener en cuenta que, la evasión es negativa ya que, entre más evites o postergues las cosas, se te hará mucho más difícil resolverlas. Ignorar la realidad puede parecer bueno en un principio, pero a la larga, te das cuenta de que puedes generar tensión entre tus colegas o familiares. Pero, lo peor no es eso, lo peor sucede cuando tienes que confrontar la situación.

De hecho, la ciencia respalda este último punto. En un estudio realizado en 33 participantes que recibieron descargas eléctricas, se pudo comprobar que el 70% de los implicados resistieron descargas eléctricas más fuertes de manera inmediata. Mientras que la otra parte, -que ya sabía sobre el nivel de descarga- aceptaron hacerlo mucho tiempo después. Esto sucede porque la anticipación puede ser agonizante.

2. Negación

Para muchas personas, la negación puede ser evitar una circunstancia o pensamiento. Sin embargo, va mucho más allá de eso, de hecho, se puede decir que es negar vehemente su propia existencia. Es decir, que algo no puede o no va a pasar.

Por ejemplo, imaginemos que grupo de estudio trabaja en un proyecto grande y la fecha de entrega se aproxima. Aún tienen mucho trabajo por hacer, pero te niegas a creer que no van a terminar. Mientras tanto, los otros miembros de tu grupo, han expresado su preocupación al respecto. Ante esto, puedes responder algo como “Yo no estoy preocupado, eso no sucederá”. Más allá de una actitud positiva, es un mecanismo de defensa que puede afectar negativamente tu rendimiento. Ciertamente, las cosas pueden salir mal de muchas maneras, pero este mecanismo de defensa suele confundirse con el optimismo y jugarte una mala experiencia.

3. Racionalización

En este mecanismo de de defensa, la culpa es inevitable. Se te se te ocurren un montón de “hechos” que explican por qué una situación se desarrolló de cierta manera. Volvemos al ejemplo del punto anterior, admitir que no entregaste el proyecto a tiempo puede dolor. Entonces, ¿qué haces? Te excusas diciendo que no pudiste cumplir con la fecha porque tus compañeros no entregaron sus trabajos a tiempo o porque tu computadora colapsó y se dañó.

El investigador en psicología de la universidad de Manchester, Saul McLeod, dice en un artículo para Simply Psychology que “Para mucha gente con egos sensibles inventar excusas les es tan fácil, que ni siquiera se dan cuenta”.

La investigación se ha encargado de respaldar esto, ya que en un estudio realizado, se les dieron 102 preguntas a 42 participantes entre adultos mayores y millennials. Aquí, se les preguntó sobre lo que habían hecho el día anterior. Luego, los expertos eligieron la mitad de las preguntas al azar y le pidieron a los integrantes mentir en las respuestas. Después de 45 minutos, les volvieron a pedir a los estudiantes que respondieran con la verdad.

En esta evaluación, los investigadores descubrieron que las personas adultas mayores eran más propensos a creerse la respuesta falsa. También revelaron que mentir hace que se involucren los procesos cerebrales responsables de la memoria de trabajo.

En definitiva, la racionalización es algo natural para la mayoría de las personas. Sin embargo, no significa que sea un hábito saludable en el trabajo. De hecho, un estudio demostró que puede ser contagioso y, además, evita que los equipos sean creativos y que su rendimiento disminuya.

4. Desplazamiento

Supongamos que jefe llegó una hora más tarde al trabajo y es una cosa que pudiste haber ignorado. Pero, te llamó a tu oficina para decirte sobre la importancia de llegar temprano al trabajo. Te enojas, pero no puedes decirle nada a tu jefe, así que te disculpas y dices que no volverá a pasar. ¿Qué pasa después del sermón de tu jefe? En efecto, si el desplazamiento es tu mecanismo de defensa, pagarás tu enojo con todos los que se crucen en tu camino. Incluso, puedes llegar a molestarte más sin ningún tipo de justificación. En pocas palabras, canalizas tu frustraciones y emociones negativas en quienes no debes, solo porque no puedes decirle nada a tu jefe.

Debes saber que es de humano tener malos días, pero el hecho de que pagues tu enojo con otros, no es una manera efectiva de lidiar con los problemas. Como consecuencia, solo te harás más daño a ti mismo y le darás paso a las malas relaciones laborales a largo plazo.

Por suerte, puedes liberarte de todas estas actitudes. ¿Cómo? continúa leyendo para aprender a evitar esos malos mecanismos de defensa.

Conclusión

Para finalizar, debes aceptar que los mecanismos de defensas son completamente normales. Incluso, puedes usarlos para ayudarte con algún inconveniente. Pero, si los usas constantemente, puedes autosabotear tus propios esfuerzos.

Después que aceptas la realidad, es momento de reconocer y cambiar el problema. Para esto, es necesario analizar tus pensamientos, emociones y reacciones que determinan el tipo de mecanismo que usas. Una vez que lo identificas, puedes considerar pedir ayuda para cambiar este hábito por actitudes más positivas.

Los colegas de trabajo pueden ayudar, ya que, si se trata de compañeros responsables, pueden ayudarte a tomar prácticas más responsables. Incluso, pueden identificar cuando te pones a la defensiva. De hecho, La sociedad estadounidense de entrenamiento y desarrollo, descubrió que las personas tienen un 65% más de probabilidad de lograr una meta después de comprometerla con otra persona. Así que, aprovecha tus relaciones laborales para cambiar positivamente y sácale el máximo provecho a tu rendimiento y productividad.

Roberto Jasinski

Fundador de Making Experience y creador de varios modelos estratégicos basados en negocios por Internet. Trabaja con estrategias, metodologías y procesos comprobados para ayudar a las empresas a crecer rápidamente, pero de manera sostenible en el tiempo.

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