Tu semana de trabajo siempre comienza tomando tu taza de café, revisas el correo electrónico, checas el feed de Instagram. Además, hacés un balance de las cosas que tenés que hacer, de todos los proyectos que tu equipo ha ido acumulando.
De repente llega la hora de hacer una reunión, pero justo te surge un proyecto urgente que posterga el reporte que es para entregar muy pronto (pero en el que no te has podido concentrar). Haces una lluvia de ideas. Todo parece ser urgente, todo necesita hacerse.
Las horas pasan y tú te seguís sintiendo asfixiado, sobrecargado de información, y lo peor, atormentado por el FOMO (miedo de omitir algo). Terminas el día repasando mentalmente todo lo que no hiciste. ¿Si estuviste ocupado todo el día, por qué no te sentís productivo?
¿Por qué los sistemas de productividad no ayudan a mejorar la motivación en el trabajo?
No es culpa de los sistemas en sí. Todos los sistemas están diseñados para ayudarte a mejorar tu productividad, si es que podés apegarte a ellos. Técnica de Pomodoro, Scrum, Deep Work, y la lista seguí. Entonces si utilizás y te apegás a estos sistemas de productividad, seguro que a la larga podrás cosechar los beneficios… ¿entonces por qué siempre hay barreras?
La respuesta podría no ser la que tú crees. Tal vez no deberías concentrarte tanto en los sistemas que no dependen de tí, sino más bien en tu motivación en el trabajo y en tu enfoque. Sí, tal vez es hora de revisar tu rutina y decir, “no eres tú, soy yo”.
Pensá en el famoso principio de Pareto 80/20, pero aplícalo para vos. Si el 80% de los esfuerzos para mejorar tu productividad los enfocas en resolver el 20% de tus barreras mentales más grandes , los resultados serían impresionantes. En vez de ajustar incesantemente tu proceso de toma de notas, mejor esfuérzate en averiguar por qué estás perdiendo dos horas de atención todos los días. Además, de por qué sentís ese escalofrío cuando empezás a trabajar en tus labores.
¿Y por qué no empezar de una vez? Aquí hay algunas barreras mentales comunes que tal vez te suenan conocidas:
El miedo: el asesino oculto de la productividad.
Pensá en ese momento de parálisis que terminá por apoderarse de tu día de trabajo y por inhibir tu productividad: ¿qué es lo que estás sintiendo? Probablemente tu cuerpo se encuentra en un estado de pánico estilo escapa/pelea/paralízate y por desgracia termina por paralizarte. Este estado sirve cuando estás frente a cierto tipo de amenazas físicas, pero es completamente inútil cuando has decidido hacerle frente a tu rebosante bandeja de entrada o hacer una llamada de ventas.
Existen muchas variantes del miedo que podé causarte un nudo en el estómago y nublar tu juicio para tomar decisiones. Entonces, ¿cómo podés motivarte en el trabajo? La próxima vez que esto te suceda, en vez de ignorar o luchar contra el miedo, tómate un momento para reflexionar sobre esto: “¿qué es lo que te provoca miedo?”
La repuesta podría sorprenderte:
- ¿Tenés miedo de hacer algo nuevo? Podés tratar de dividir la tarea en pequeñas tareas e ir resolviéndolas una por una de tal manera que vayas aumentando tu productividad. O podés programar una alarma y sólo tragarte ese sapo.
- ¿Tenés miedo de fracasar? Ser específico con tus miedos siempre es el primer paso. Una vez que sabes exactamente a qué le tenés miedo. También podés decidir cómo afrontar ese miedo.
- ¿Y qué pasa con el FOMO? Todos los hemos sentido y todos tenemos diferentes soluciones. Saber exactamente cómo defines el éxito y tomar las decisiones que te permitirán quedarte en el camino, es un gran paso en la dirección correcta. Tal vez lo que necesitás es dejar de cambiar de contexto, empezar a reflexionar, o descargar una aplicación de gratitud.
Necesitás tener claros tus motivos
¿Alguna vez has escuchado la anécdota popular sobre dos albañiles en una construcción? A los dos les preguntaron: “¿Qué estás haciendo?” El primero contestó: “!¿qué no ves?!” “!Estoy colocando ladrillos!”. El segundo miró la estructura inconclusa y sonrió: “yo, estoy construyendo un templo”.
¿Tu estás colocando ladrillos o construyendo un templo? No importa si sos independiente o si trabajas para una empresa. Si no sabes para qué estás trabajando, estás perdido. Si estás confundido al empezar un proyecto, o te cuesta trabajo priorizar, tómate el tiempo para profundizar y aprender todo lo que podés sobre el “por qué”, incluso si es sólo para saber por qué viniste a trabajar hoy.
Muchos empresarios y líderes concuerdan en que un camino con un propósito definido es un claro indicador de éxito. Un negocio con un propósito definido está correlacionado positivamente con motivación, coherencia, conectividad, y en definitiva, con un mayor éxito.
Quizás hacés demasiado
Aunque el FOMO sea la razón para decir no (o sí) a todo, o una legítima pasión por tu trabajo, si tienes demasiadas cosas que hacer, simplemente no podrás hacerlo todo.
Si siempre estás programando muchas cosas para un sólo día, entonces es tiempo de aplicar la regla 80/20 a tu trabajo. ¿Cuáles son las actividades que le dan mayor rendimiento a tu inversión? ¿Cuáles son las que menor rendimiento dan? Anímate a quitar esas tareas menos importantes de tu lista, y ve cómo te sientes. ¿Te cuesta trabajo decir que no? Tal vez es tiempo de empezar.
¿Tu vida personal interfiere en tu trabajo?
Todos lidiamos con barreras para mejorar nuestra motivación para trabajar. Pero si tu vida personal está interponiéndose en tu vida laboral, probablemente necesitas aprender algunas habilidades para sobrellevar situaciones de estrés que te permitirán despejar tu mente cuando tengas que enfocarte en tu trabajo.
Las técnicas para sobrellevar situaciones de estrés son tan variadas como el tipo de estrés que sientes. La mayoría implican tratan con la emoción que experimentas, o con el problema real. Tal vez te tomá años de experimentación aprender a lidiar con el estrés, pero es un experimento que vale la pena, que puede mejorar drásticamente tu vida y ayudarte a tener una mayor motivación en el trabajo.
Aplicando la regla 80/20 para aumentar tu motivación en el trabajo
En los siguientes tres meses, trata de aplicar la regla 80/20 a tus esfuerzos para mejorar tu motivación en el trabajo, es decir, direccionar el 80% de tu esfuerzo al 20% de tus problemas más complicados. Profundiza, aceptate a tí mismo y a las respuestas que le das a las preguntas correctas, y ve cómo tu eficiencia se dispara.