El fracaso a menudo se ve como un final, pero ese no es el caso. Para la mayoría de los emprendedores, sus negocios fallan. Si reconocés que tu negocio está fallando, es hora de girar y encontrar una solución al problema. Tal vez necesitás volver a empezar desde cero.
Los emprendedores a menudo fracasan porque los fundadores descuidaron realizar una investigación de mercado básica. Deben conocer lo importante que son las métricas para sacar a flote un negocio.
Si casi la mitad de las empresas fallan en sus inicios, porque no hay necesidad de los productos o servicios que ofrecen. Hay una manera fácil de revertir esa tendencia.
Cómo emprendedor debés aprender automáticamente de estos fracasos y llevar a cabo la investigación adecuada antes de lanzar tu negocio.
La segunda razón más común detrás los fracasos es el bajo presupuesto. Casi el 30 por ciento de los dueños de negocios informaron que sus negocios nunca despegaron porque se quedaron sin dinero .
El flujo de efectivo inadecuado podría remontarse a muchas causas.
En cualquier caso, casi siempre hay una razón detrás de la razón. Si podés aceptar el fracaso y aprender de él, sabrás cómo evitar cometer el mismo error dos veces.
Digamos que tu negocio o un producto específico no funciona. Tenés que ser honesto con tu equipo. Si tu compañía está empezando a perder impulso, o si has cometido un grave error, confiá en ellos.
A menudo te sentirás solo en la construcción de tu negocio y solo en tu fracaso. Pero no lo estás. Tu equipo y tus socios están detrás de ti, ya sea que tenés éxito o te desmorones.
Cuanto antes podás admitir que hay un problema, es más probable que quieran ayudarte a resolverlo para que el negocio sea exitoso. Si no aceptás que vas mal, alguien más lo señalará. Si alguien más tiene que señalar tu fracaso o error, se verá mucho peor.
Es mucho mejor ser honesto y directo cuando cometés un error o incluso si ejecutás negocio mal. No te mientas a ti mismo que no hay un problema cuando sabes que hay uno. Detectar un error antes puede significar que tenés mucho tiempo para darle la vuelta.
Después de haber admitido tu fracaso, podés ofrecer explicaciones, pero no excusas. Si reconocés la falla y la examinás públicamente, podés aprender más sobre lo que salió mal.
Además, parte de examinar lo que hiciste mal; es hacer y responder preguntas. También debés sentirte cómodo respondiendo cualquier pregunta que tu equipo pueda tener.
En lugar de esconderte en tu oficina, llama a una reunión del equipo. En vez de pretender que estás acumulando la masa, mostrá a tu equipo una hoja de ganancias y pérdidas. Tu honestidad y disposición para responder preguntas también construirán una mentalidad de equipo más sólida. Desde ese punto, podés reconstruir.
Hay una gran diferencia entre una reacción y una respuesta. Una reacción es tu respuesta emocional, una sacudida de rodilla. Una reacción suele exacerbar el problema.
Esto se debe a que el negocio no es emocional. Al mercado de valores no le importa si ganás dinero o no. Tampoco los consumidores.
Una reacción emocional conduce a la falta de movimiento y acción. Una respuesta, por otro lado, implica inercia. Por ejemplo, si sabe que tus clientes potenciales no se están convirtiendo, podés ajustar tu embudo de marketing para atraer clientes perdidos.
Al examinar y manejar tus emociones, tendrás más probabilidades de tener la capacidad de responder ante un fracaso en lugar de reaccionar ante él. Tratar con tus emociones no significa solo revisarlas en la puerta. El fracaso puede hacer que los emprendedores se sientan enojados, tristes, asustados y con muchas otras emociones.
Tómate un tiempo para procesar lo que ha sucedido y luego elabora un plan sobre cómo hacer cambios positivos.
Parte de aprender de tu fracaso es crear un plan para el futuro. Cometer el mismo error dos veces significa que no aprendiste.
Casi el 30 por ciento de las empresas o emprendedores fracasan por falta de fondos. Muchos reciben fondos de fuentes externas, pero el 79 por ciento de las pequeñas empresas con menos de 5 empleados también usan sus propios ahorros, y eso está disminuyendo.
Tu plan cambiará a medida que pase el tiempo, pero no tener un plan es un fracaso en sí mismo.
Cuando conocés realmente hacia donde te dirigís, no solo podés crear un plan, sino que también podés ejecutarlo. La planificación para el futuro te permite tener capital adicional, un plan de salida y un equipo sólido que pueda anticipar problemas potenciales y que mantenga un fuerte impulso.
Para concluir, todos los empresarios o emprendedores fracasan, hasta los más exitosos han probado esto. Lo que marca realmente la diferencia, es aprovechar estos errores y trabajar sobre ellos. Esa es la clave del éxito.
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